La primera etapa de este tramo nos dirige a Biberach, ciudad de la que no podemos destacar gran cosa. Al día siguiente pasamos por Weingarten y Bad Waldsee, ciudad termal con lago, para llegar después de un tramo de bosque a Ravensburg, nuestro destino de hoy, donde nos hospedamos en casa de Barbara y Achim (de Joachim), unos amantes de la bici, con el bagaje de haber realizado durante un año un viaje en bici desde Los Ángeles a Buenos Aires. Pasamos una agradable velada. Bárbara cocinó pasta con calabaza, receta de la que hemos tomado nota. Además, nos hizo de guía turística de la city, que con sus al menos diez torres, es muy bonita.
Nos pusimos en marcha un día lluvioso para salir de Ravensburg. Encima, todo el atuendo de batalla, con bolsas de plástico en los pies incluidas. El día fue mejorando, de modo que pudimos observar con claridad, desde lo alto y a lo lejos, la inmensidad del lago, al otro lado ya se veía Suiza y al fondo, los Alpes nevados, una gran estampa.
Paramos en Meersburg, ciudad portuaria -con lago-, coqueta y turística muy bonita, con castillo y todo.Por la que paseamos un rato, antes de coger el ferry que nos cruzaría por el Bodensee hasta Konstanz. Este lago tiene varias particularidades, aparte de ser transfronterizo, ya que es compartido por Alemania y Suiza, está atravesado por el río Rhin, (aunque no pudimos visitar las cataratas que hace muy cerca de aquí, en Schaffhausen).
Del barco bajas montado en la bici y coges el carril ciclable que te lleva al centro de la ciudad..... Estos alemanes son la leche.... En Konstanz habíamos quedado con nuestra nueva anfitriona, Brigit, una guía turística de viajes en bici, que vive junto al Münster -catedral- y desde la fachada de la misma sale el Km 0 del Schwanweg, Camino de Santiago en Suiza. toda una coincidencia. Konstanz, tiene un casco histórico muy contundente, con sabor marinero.
Por la mañana nos despedimos de Birgite en la puerta de su casa, mientras nos hacía una foto montados en las bicis. Estamos algo expectantes porque cruzábamos a Suiza y en tan sólo 15 minutos nos encontramos frente a unos gendarmes y un cartel que anunciaba Zoll (frontera). Cruce que ha sido deseado después de cruzar durante más de dos semanas, de Norte a Sur, la vasta Alemania.
Desde los primeros kilómetros, ya nos dimos cuenta que la cosa apuntaba para arriba. Caímos en la cuenta además, que hacíamos el Camino en el sentido correcto, hacia Santiago, no como en el viaje de ida, que íbamos en sentido inverso. Las primeras pedaladas por la Schwanweg, nos dirigieron a través de pequeñas rutas y pueblos, entre los que nos sorprendió ver el de Weinfelden, como la cervecería de Albatera.
En esta mañana fresquita entramos a ver si nos podian echar un vistazo a los frenos de las bicis, y el dueño de la tienda Pedalier en Wald, nos hizo un regalo de bienvenida al país, no nos quiso cobrar la cámara que le pedimos. Por cierto, que los pinchazos ya rozan la centena.
En el camino a Steg, nuestro destino de hoy, ya comprendimos que estamos seguramente en el país más montañoso de Europa y sin duda el más verde. De un verde a rabiar. La segunda etapa en Suiza nos dirigió bien temprano a Rapperswill, ciudad al borde del lago de Zurich, con un Schloss y un Kloster que junto a la cercanía del lago, le hace tener un encanto especial, por la que da gusto pasear.
De aquí nos hemos dirigido a Schwyz, teniendo un tramo de subida tremenda y luego otro tramo de una gran y larga bajada, durante la que hemos hecho varias paradas para observar el impresionante paisaje de valles hasta lo más hondo y cimas nevadas hasta lo más alto.
Hoy tocó dormir en Brunnen, en un Kloster, donde la hermana Irenna nos recibió con entusiasmo.
Comenzamos la nueva etapa tomando un ferry en Gersau, para pasar el lago de Lucerna y poder continuar la ruta hacia, Stans y Salchsen, atravesando varios puentes de madera en la ruta que recordaban a los de Madison. Luego una gran subida nos llevó al paso de Brünig (1007 m), atravesando un valle glacial primero y después un lago a 700 m de altitud.
Entendemos ahora que Suiza haya dado corredores de la talla de Alex Zülle o Tony Rominger, sin que a priori tuviesen el perfil de escaladores.
El descenso hasta Brienzwiler nos hizo pensar que pronto estos sitios se cubrirán de nieve. Llegamos a nuestro Pilgerheberge jacariano, donde encontramos una pareja de hospitaleros que cuidaba de él y una peregrina de Laussane, que hacía el Camino a pie. Todos juntos compartimos mesa para la cena tomando de postre unas uvas negras de la parra que adorna el patio.
¿Qué tal chicos?! Como siempre el relato de vuestra ruta no deja de maravillarnos, que lugares tan majos, que fotos! Es claro que estáis disfrutando a tope de vuestra aventura, como no podría ser de otra manera. Mucho ánimo con las cuestas y ya nos contaréis como duerme uno en un kloster y al despertar se vaya uno por los puentes de Madinson como si fuese el Eastwood acompañado de la Streep…
ResponderEliminarBesos + abrazos
Hola Pp! Pues bien contentos de haber pasado a Suiza!
EliminarYa hemos dicho que nos encanta poder compartir lo que ven nuestros ojos, sobre todo con vosotros que nos conoceis tan bien!
Nos imaginamos que veis cada entrada como el que ve un nuevo capítulo de su serie favorita, es chulo!
Así nosotros sabemos algo sobre el verano que nos perdemos.
Looking for hearing you!
XXX